Comunidad de San José de Mendoza en Salamanca llora a sus ocho muertos, con la exigencia de justicia.
Salamanca, Gto. 19 marzo 2025.- La comunidad de San José de Mendoza, en Salamanca, Guanajuato, llora a sus muertos.
Ocho féretros reflejan el rostro de la violencia que se vive en Guanajuato.
El obispo de Irapuato, Enrique Díaz, fue nombrando a cada una de las víctimas.
“Bruno Jesús, ¡Vive!; Edwin Yael, ¡Vive!; Alexis, ¡Vive!; Juan Flaviano, ¡Vive!; Daniel, ¡Vive!; Miguel, ¡Vive!; Fernando, ¡Vive!; Juan Martín, ¡Vive!”
Así despidieron a jóvenes de entre 17 y 25 años de edad que tuvieron la mala fortuna de estar en el lugar equivocado y a la hora equivocada.
Sus madres y familiares los recordarán como lo que fueron, buenos estudiantes, buenos trabajadores y excelentes personas.
“Como un gran niño, como mi hermoso príncipe que fue, así siempre lo recordaré como mi gran guerrero, mi héroe, mi todo, mi amor, así, así, así lo recordaré a mi niño, así lo recordaré, siempre, siempre, siempre», externo la señora Blanca Estela Ríos, madre de Edwin.
“Como él era, alegre, estudioso, cumplido en sus deberes…Que Dios lo reciba en su santa gloria”, dijo María Mercedes Martínez, abuela de Daniel.
Lo que este miércoles sería una fiesta patronal se convirtió en un mar de lamentos y llanto.
“Imagínese era fiesta patronal de San José, hoy es fiesta de San José de Mendoza y estamos en duelo, viviendo esta tragedia”, refirió Verónica García, familiar de Alexis.
Ante la ausencia del estado y de la fiscalía estatal, la gente se dió fuerza para salir adelante y exigir lo que el gobierno debe garantizar.
“Pues que se haga justicia, no se puede quedar así, era un niño bueno mi niño…que haya más vigilancia porque ya no pueden ya ni salir por inseguridad”, exigió María de Jesús Martínez, madre de Alexis.
La misa fue oficiada por el obispo de Irapuato, mismo que reconoció la labor de algunos de estos jóvenes que formaban parte de la pastoral juvenil.
“Hoy pedimos justicia, hoy gritamos: “Nunca más, hoy decimos ¿Por qué tiene que morir el inocente?”, excamó Enrique Díaz, obispo de Irapuato.
Al final, ante un ambiente de tristeza generalizado, se fueron como siempre estuvieron, juntos y como grandes amigos.