El día que el Premio Mayor de la Lotería Nacional tocó en manos Yurirenses:
Por Historia de Yuriria
Corría el año de 1942, un grupo de 4 amigos decidió comprar una serie de boletos de la Lotería Nacional para la Asistencia Pública; sin pensar en que ellos ganarían el tan anhelado primer premio, que en aquel entonces fue de $60,000 pesos, por lo que a cada uno le tocaron $15,000 pesos y que tuvieron que recoger en efectivo y directamente en el edificio de “El Moro” en la Ciudad de México, cada uno lo aprovechó de forma distinta.
Uno de los afortunados ganadores fue el Señor Otilio López Ramírez, un hombre bastante trabajador del que hablaremos el día de hoy:
Fue hijo de Domingo López Rosales y de Eutimia Ramírez Carmona, ambos nativos de Yuriria, desde Niño y siguiendo el ejemplo de su padre, comenzó a involucrarse en las labores y trabajos que su edad le permitiera, cuando ganó el premio de la lotería contaba con 30 años de edad por lo que con todo el entusiasmo y su energía decidió invertir en negocios, formó una ladrillera en un solar a la salida a Salvatierra, frente al Instituto Yurirense y por cierto ahí se elaboraron todos los ladrillos que forman el magnífico edificio que alberga esa escuela.
Además de ese negocio, emprendió también en la elaboración de paletas y una pequeña fábrica de refrescos, además de una cantina y un Tendajon, en la esquina de las calles Victoria y 16 de Septiembre, donde construiría una casa con mucho amor para su familia y a la que llamaría “La Gloria”, pues para él eso era, el mejor hogar con su esposa y sus hijos; fue inspirado en un edificio de la Ciudad De México y bendecida en el año de 1950.
Gracias al premio y al fruto de su trabajo, pudo comprar una camioneta Studebaker que mandó importar de Estados Unidos.
Durante la construcción del Santuario de Guadalupe, llevó más de 20 viajes de piedra de tezontle para la construcción de las bóvedas de esta iglesia, cuando el Padre Zavalita dirigía la obra. Además, teniendo la visión y la firme intención de hacer llegar sus mercancías y los productos que fabricaban inició las labores para abrir el camino de terracería hasta Porullo, que para la época era únicamente una brecha para transitar a pie o a lomo de burro o caballo; lamentablemente tuvo que dejar a un lado su obra y sus buenas intenciones, puesto que recibió 3 amenazas de muerte por la realización del camino.
En la década de 1970, decidieron mudarse a la Ciudad de México y vendieron sus propiedades, entre ellas “La Gloria”.
Hoy sus familiares aún lo recuerdan con mucho cariño y amor, por la maravilla de ser humano que fue Don Otilio.
Agradezco mucho a la madre Cleotilde López, una gran seguidora de nuestra página por compartir con nosotros parte de su historia familiar.
— José Luis Chávez Orozco.